No es gratuito el que Barichara sea conocido a nivel nacional como “el pueblito más lindo de Colombia”. Esta distinción ya venía siendo ganada desde un concurso gubernamental en 1975, que abrió el camino para hacerle merecer tres años más tarde el título de Monumento Nacional, por su buen estado de conservación del trazado urbano original desde finales del siglo XVIII.
En dialecto guane, Barichara se traduce como “lugar de descanso”… y sí que lo es, pues bastante alejado de los congestionados ejes viales, está ubicado en una planicie que asoma al cañón del río Suárez, con un agradable clima seco y unos 24°C matizado por refrescantes brisas que le otorgan esa tranquilidad que envuelve a propios y visitantes.
Panorámica aérea de Barichara asomando al Cañón del río Suárez. Foto: Uwe Bergwitz/Adobe Stock
Uno de sus rasgos más distintivos es la abundante presencia de la piedra amarilla que recubre sus calles y andenes, y buena parte de sus fachadas como las de sus encantadoras capillas y su catedral de la Inmaculada Concepción. Tal relación con la piedra no es de extrañar, pues la tradición dice que nació en torno a un milagro sobre la piedra.
Según la tradición, hacia 1702 la Virgen hizo su aparición ante un campesino tallada en una piedra, en torno a esta leyenda creció la aldea, y se convirtió en parroquia. Por ello la piedra siempre ha estado ligada con los baricharas o «patiamarillos», considerados los mejores talladores de Colombia..
Hermosa Catedral de la Inmaculada Concepción, construída en la misma piedra ocre o rojiza que caracteriza a Barichara. Foto: Foto: Jess Kraft/Shutterstock
Este es uno de sus tantos rasgos característicos, junto a su cuidada arquitectura colonial con grandes casonas de un solo piso, de fachadas blancas, puertas verde olivo y techumbres de barro, que la convierten en una de las poblaciones más fotogénicas pues cada calle, cada casona nos invita a capturar el momento. Hablando en términos tecnológicos modernos…
Un pueblito instagrameable…
Barichara, perteneciente a la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia.
Barichara es de tal belleza y tranquilidad que ha sido seleccionada para la filmación de producciones cinematográficas, sirviendo incluso como inspiración para la película “Encanto” de Disney.
Además del blanco en los paredones de sus antiguas y tradicionales casonas, y el verde olivo en puertas y ventanas, un color predomina en Barichara: el ocre o amarillo dorado, el noble tono tierra, la misma que conforma las gruesas paredes en tapia pisada de sus casonas, la misma tierra que abunda en toda la región y que ha hecho que sus habitantes sean cariñosamente conocidos como “patiamarillos”, el mismo tono ocre de la piedra que en numerosas lajas recubre fachadas, andenes y calles, y por supuesto, el cálido amarillo que emanan sus faroles al caer la tarde, creando una mágica y romántica atmósfera.
Apacible vista hacia la Catedral de la Inmaculada Concepción. Foto: Narda Gongora/Shutterstock
Calle colonial de Barichara, de esencia marcadamente rural.
Pero además de linda y colonial, Barichara es mucho más.
Artes y oficios ancestrales
Muchos son los planes y actividades que podemos hacer en Barichara. Caminarla, fotografiar sus preservadas calles y casonas, que parecieran haberse detenido en el tiempo, disfrutar su infraestructura turística que ha evolucionado al compás de los tiempos modernos, y es así como ya encontramos restaurantes con exquisita gastronomía entre típica y fusión, encantadores hoteles boutique y acogedores bares para pasar una buena noche al abrigo de un clima casi perfecto.
Barichara se ha convertido también en un centro cultural que expone ante el mundo sus tradiciones ancestrales como la tapia pisada, la pintura en barro, talla en piedra, artesanías como la alfarería, y la transformación del fique y fibras naturales en papel, que, gracias a instituciones como el Taller de Oficios de Barichara y la Fundación San Lorenzo, entre otras, perduran y se preservan para ser compartidas a propios y visitantes.
Artesanías de alfarería ancestral en la Fundación Escuela Taller de Barichara.
Es el ensoñador ambiente de Barichara el que ha atraído a pintores, escultores, músicos y otros artistas que seducidos por la belleza y tranquilidad de esta centenaria población se asentaron aquí. Por ello se encuentran expresiones artísticas como telares, tiendas de artesanías, talleres artesanales y algunas casonas convertidas en pequeñas galerías de arte.
Y más allá de las expresiones artísticas, de las hermosas calles empedradas y casonas coloniales, sus bonitas capillas ideales para celebración de inolvidables ceremonias sociales y religiosas como las ya tradicionales bodas en Barichara, el entorno natural en que se encuentra la población, rodeada de tan majestuosos escenarios naturales como los cañones de los ríos Suárez y Sogamoso, Barichara es el punto de partida hacia numerosas rutas turísticas…
El Camino Real a Guane
Santander tiene un patrimonio cultural e histórico invaluable: sus caminos reales, tan únicos como su paisaje y su historia. Uno de los más importantes del país, el llamado Camino Real de Oriente, fue una de las sendas intervenidas por el inmigrante y comerciante alemán Geo Von Lengerke y enlazaba poblaciones como el Socorro, Cabrera, Barichara, Guane y Zapatoca, que al ser estaciones en la ruta comercial tuvieron gran importancia. Desde Barichara el Camino Real conduce a Guane.
Declarado Monumento Nacional en 1977, tiene una extensión de 5 Kms. que se pueden recorrer en menos de dos horas a un paso aceptable para cualquier citadino de condición física normal. El camino empedrado se encuentra en buenas condiciones, con algunos pasos defectuosos a la salida de Barichara. Esta será una bonita travesía por el corazón de nuestra geografía, desandando la ruta de los antiguos arrieros.
El Camino Real de Barichara a Guane es recorrido por numerosos visitantes, incluso extranjeros, como los dos ciudadanos alemanes de la foto.
Aunque el recorrido es en descenso, el calor puede ser agobiante y no encontraremos mucha sombra, pues escasean los árboles y sólo veremos pequeños arbustos, propios del entorno semi-árido del Cañón. En tiempos de Lengerke, hacia finales del siglo XIX el Camino rebosaba vida, abundaban las posadas que ofrecían comida y techo a los viajeros, aliviando la dureza del camino y el rudo entorno, siendo recorrido por peregrinos y sus recuas de mulas con la carga que transitaba entre las poblaciones y provincias vecinas, y hacia Zapatoca en busca de los puertos fluviales sobre el río Sogamoso. Por ello, no sobra el agua que pueda llevar, no es fácil conseguirla ya que el recorrido es muy silencioso y tranquilo, pero solitario pues nos cruzaremos con muy pocos pobladores y caminantes.
Y así, siempre acompañados de una espectacular vista hacia el Cañón del Suárez y las lejanas poblaciones de Galán y La Fuente al otro lado del río, llegaremos al pequeño y más típico aún poblado de Guane.
Guane, una cita con el pasado
A solo 20 minutos por buena vía desde Barichara, y descendiendo hacia el encuentro del Cañón del Suárez, se encuentra el bello poblado de Guane, hoy día pequeño y alejado pero que en su momento tuvo tanta importancia como Barichara, pues era la última estación del Camino antes de proseguir hacia Zapatoca.
Fue un importante municipio de esta ruta comercial hasta 1.888 cuando fue anexado como corregimiento de Barichara. Bajo un clima cálido y seco, pero suavizado por las frescas brisas del río Suárez, podemos hacer un recorrido por el pequeño casco colonial de 12 manzanas aproximadamente, con sus antiguas casonas y empedradas calles tan preservadas o más que la misma Barichara, como detenidas en el tiempo. Enviados desde las cercanas provincias, aquí vivieron los últimos aborígenes de la etnia guane, hasta perderse su rastro casi por completo.
Iglesia de Santa Lucía en Guane, lugar de peregrinación religiosa.
Guane es en sí mismo como un pequeño museo, pues abundan a su alrededor los vestigios de rocas milenarias y fósiles de animales marinos, como las llamadas “piedras enmochiladas” y ammonites, testigos mudos de tiempos prehistóricos cuando el mar cubrió estas tierras. Este apasionante pasado geológico se puede apreciar con detenimiento en el Museo Arqueológico y Paleontológico, donde al igual se conservan cerámicas, collares y otros objetos de los indígenas Guanes.
Sería imperdonable no degustar el tradicional sabajón, el “Baileys” criollo, como algunos le llaman coloquialmente, producido en varias fábricas artesanales. Con whiskey, aguardiente, piña, tres leches, arequipe, leche de cabra, etc, entre otras numerosas preparaciones, unas copas con hielo picado serán el perfecto refresco para una calurosa jornada.