A hora y media de San Gil, sobre la vía principal hacia Bogotá, se encuentra Oiba, el “pueblito pesebre”. Y allí mismo sobre la vía se encuentra el ramal que, luego de una hora de recorrido por buena vía pavimentada nos conducirá hasta la bella población de Guadalupe. Desde antes de llegar a lo lejos ya destaca -como en todo pueblito- su imponente iglesia. Porque si de algo se precian los pueblos de Santander es por sus bellos templos de la fe.

Y por supuesto, una vez hemos llegado, la primera visita es a su hermosa parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, un bello templo en piedra labrada, frente a su parque con elevadas palmeras, y las fachadas de sus casas engalanadas con macetas de vistosas flores. No podemos perdernos de una caminata por las tranquilas calles, bajo un agradable clima. Y aunque es una bella población, son sus balnearios naturales los que la han llevado a primeras planas del turismo nacional.

Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe

Vista desde el interior de la iglesia hacia el bonito parque y sus palmeras

Imposible no buscar su más preciado tesoro: Las Gachas, al cual se llega tras una caminata a 40 minutos del pueblo. No se preocupe por cómo llegar, existen dos rutas y cualquiera en el pueblo le orientará. Ya se encuentra buena oferta hotelera de primer nivel, como el Hotel Terrazas de la Candelaria, que brinda todas las facilidades de acceso para quienes quieran conocer tal maravilla natural.

A tal punto ha llegado el impacto ante este bello y mágico rincón de nuestra geografía, que le han llamado el “Caño Cristales de Santander. Pues bien, quisimos conocer si en verdad resistía tal comparación con el mítico “río de los mil colores”, en la Serranía de la Macarena. Y a decir verdad, no son tantos los colores, predominando el rojizo… Pero Las Gachas sí presenta uno de los fenómenos más curiosos, si no del mundo, de Colombia. Pues más que un río, es una inmensa laja de roca que se extiende como un tobogán a lo largo de unos 300 mts, y sobre cuya superficie se encuentran horadados numerosos agujeros casi perfectamente circulares, a modo de jacuzzis naturales, en cuyo interior y por sobre su superficie corren cristalinas aguas. Algunos forman pequeños pozos ideales para un refrescante baño, mientras a algunos no se les observa fondo y llevan corrientes subterráneas, por lo cual no es recomendado aventurarse en ellos.

Si deseamos más tranquilidad podemos caminar hacia arriba, sobre el lecho rocoso o bordeándolo, encontrando pozos más solitarios hasta llegar a donde se origina este fenómeno, un nacimiento subterráneo de agua que surge de la roca. Lo ideal para conocerlo es en temporadas de lluvias, cuando el afluente que lo riega presenta buen caudal de agua; en verano baja mucho, y en sequías prolongadas ha llegado a secarse casi en su totalidad.

Aunque valga aclarar, Guadalupe no es solo las Gachas… Además encontraremos otros hermosos lugares como los balnearios La Gloria y El Salitre, Cascadas Las Tres Chorreras, Cascada la Llanera, la Laguna del Tirano, todos ellos espectaculares especialmente en temporadas invernales, y las cuevas del Berraco y el Perico, atractivos que describiremos en posteriores relatos pues constituyen un programa completo que bien merece una prolongada estadía en esta región con tal variedad de sorpresas.

Agradecimiento especial a Juan Pablo Hinestroza, ilustre visitante a Guadalupe, quien nos facilitó instantáneas de su estadía, como esta foto en el balneario El Salitre.