Pocos municipios de Colombia se enorgullecen de tantas raíces históricas en su orgulloso pasado y sus heróicos ancestros, como Charalá. Aquí nacieron próceres como José Antonio Galán, máximo dirigente de la Revolución de los Comuneros en el año 1781, y el gran caudillo José Acevedo y Gómez, más conocido como El Tribuno del Pueblo, quien el 20 de julio de 1810, durante el episodio del florero de Llorente, arengara al pueblo a no desaprovechar ese momento de efervescencia y calor, y quien participó en la elaboración y firma del Acta de Independencia. Desde la cercana Hacienda El Hatillo, la joven y valerosa heroína Antonia Santos Plata, creadora de las guerrillas de Coromoro y Cincelada, reclutaba hombres resueltos a entregar la vida por la Independencia, con el fin de apoyar a Bolívar en la causa Libertadora, sumando todo ello un definitivo aporte de esta región a la causa emancipadora.
Y fue precisamente la captura y posterior fusilamiento de Antonia Santos en el Socorro, el 28 de julio de 1819, lo que enardecería a sus coterráneos y compañeros de causa, que resueltos a vengarla y honrar su memoria decidieron tomar Charalá, cerrando así el paso más expedito hacia la capital.
Justamente días antes había acontecido la batalla del Pantano de Vargas, y el general español Barreiro, ante las fuertes bajas sufridas había solicitado urgentes refuerzos a las intactas guarniciones con que contaba entre el Socorro y San Gil, unos 800 hombres bien apertrechados y armados. Bajo el mando del resuelto y sanguinario coronel Lucas González, esta tropa partiría el 3 de agosto de 1.819 desde Oiba con la misión de restablecer el orden en Charalá y tomar al Sur el camino de “Torres” para llegar tras las fuerzas patriotas de Bolívar y atacarle por su retaguardia. Barreiro lo esperaría por el frente, para con fuego cruzado acabar al ejército libertador.
Pero aquí se consumaría el máximo aporte de Charalá a la libertad de Colombia, cuando cerrando el único paso posible, apostados en un puente sobre el río Pienta, nuestros mártires se opusieron a los realistas en desigual batalla.
Porque al amanecer del 4 de agosto más que de una batalla hablamos de una masacre: los charaleños, armados de valor, piedras, palos, machetes y unos pocos fusiles se enfrentan al ejército español, superiores en táctica y armamento, quienes tomando rápido control del puente sobre el Río Pienta y avanzando hacia el municipio, asesinaron entre 300 y 400 charaleños, siendo prácticamente masacrada la población pues el municipio no superaba los 1.600 habitantes.
Y fue tanta la ira de González al encontrar tan enconada resistencia que ordenó acordonar el municipio, no sepultar ningún cuerpo para dar más escarmiento y terror y perseguir gente hasta Riachuelo y Cincelada, permaneciendo así la tropa española tres días más hasta el 7 de agosto cuando parte de Charalá. Este sacrificio restó valioso tiempo al contingente realista que no pudo cumplir su cita con Barreiro. A mitad de camino les llega la noticia de la derrota en el Puente de Boyacá y la captura de su comandante, no quedándole otra opción que intentar regresar. Pero ya Charalá había vuelto a ser ocupada por combatientes patriotas, teniendo que internarse por las montañas para emprender retirada hacia el lejano camino del Maracaibo.
Casi 200 años después, gracias al enorme aporte a las luchas que dieron como resultado la independencia del país, el Congreso de la República mediante ley 1644 de 2013 declaró a Charalá como Patrimonio Histórico y Cultural de la Nación. Pero el pueblo charaleño sigue a la espera de su justo sitial en la historia de la Independencia de Colombia. ¿Qué hubiera acontecido si las tropas realistas acuden a su cita reforzando a Barreiro y los capturados hubieran sido Bolívar, Santander y Anzoátegui?
Por ello, Santander y Colombia tienen una cita con la historia en Charalá.