Zapatoca está de moda. No es gratuito ese espacio que se ha ganado en el corazón de quienes la visitan, y vuelven. . . Muchos para quedarse para siempre, como el alemán Lengerke, que durmió para siempre bajo los cielos de estas montañas orientales, y desde entonces descansa en el antiguo camposanto, al cual se llega tras ascender la empinada cuesta de 245 escalones de la calle que lleva el nombre del mítico germano.
Mucho se ha dicho acerca del significado exacto de Zapatoca.. Al parecer, en el dialecto de sus primeros habitantes guanes, podría establecerse que significa “sitio de descanso del padre en lo alto del río”. Sí, desde esta planicie desde la cual se observan correr abajo los ríos Suárez, Chicamocha y Sogamoso en sus profundos cañones, Zapatoca gozó de gran prosperidad durante la época colonial y hasta el siglo XIX, ya que fue el único punto de paso de cargueros y recuas de mulas con productos de exportación e importación, por el Camino Real desde el Socorro y sur de Santander hacia el valle del Magdalena. Pero tras la apertura de las nuevas vías, el decaimiento del comercio por este corredor y el gradual abandono de los caminos reales, Zapatoca volvió a la tranquilidad de sus montañas. Al parecer este aislamiento por sus barreras geográficas la conservó así de plácida y tranquila como sigue siéndolo.
La Cueva del Nitro, el pozo del ahogado, los bordados, las cocadas, sus tranquilas calles con casonas de fachadas floridas, sus iglesias como la de San Joaquín o la Capilla de Santa Bárbara, el barrio San Vicentico. . . hacen parte de los grandes patrimonios que encierran historias y vivencias.
Esta es la acogedora y apacible Zapatoca, no muy conocida aún para muchos colombianos por su relativo aislamiento geográfico . . .
Es la “ciudad del clima de seda”, en alusión a las agradables brisas y una temperatura promedio de 19ºC . . . La de tranquilas calles, en una calma casi tensionante, de fachadas con zócalos decorados por macetas con hermosas flores colgantes.
Es el corazón de los caminos reales construidos por el alemán Geo von Lengerke, cuyos restos reposan en el antiguo camposanto, como mirando hacia los viñedos que surten a las vinícolas San Alejo y Perú de la Croix, originales de Zapatoca; tan original como su Casa de Ejercicios Nuestra Señora de Lourdes y el Museo Cosmos, que además de brindar alojamiento, gastronomía,tranquilidad y quietud, es un lugar considerado como patrimonio cultural . . . y por supuesto, su Museo que rinde homenaje al Quijote, con tanta dedicación que tal vez ni siquiera en España exista un lugar tan singular y con tal pasión por la vida y obra del ilustre manchego.
Algunos de sus atractivos
Calle Lengerke
A pocas manzanas del parque principal, una empinada cuesta de 245 escalones nos lleva hasta el antiguo camposanto, hoy en desuso y donde reposan los restos de ilustres zapatocas y habitantes de antaño, entre ellos el recordado inmigrante alemán Geo Von Lengerke.
Mirador Los Guanes
A diez minutos del casco urbano, ofrece una espectacular panorámica hacia los cañones de los ríos Suárez, Chicamocha y Sogamoso. En un plan especial para esperar la llegada de la noche, bajo la luz de la luna y al calor de un traguito, divisando las estrellas en el firmamento de Zapatoca, se pueden divisar las luces de siete municipios en la lejanía de los cañones y montañas.
La Cueva del Nitro
Es la caverna más grande y espectacular de la región, y una de las más reconocidas de Santander. Aún no se ha recorrido del todo y se dice que sus galerías subterráneas recorren varios kilómetros llegando incluso a cercanías de municipios vecinos.
Sindamanoy Hostal Spa
Sindamanoy Hostal Mente y Cuerpo promueve la relajación corporal y el contacto con la naturaleza, con bioarquitectura y senderos aromáticos de plantas medicinales en armonía con el paisaje.
Casa de Ejercicios
Además de brindar alojamiento y gastronomía, es patrimonio cultural de Zapatoca. Cerca de allí, en el Museo Cosmos, una muestra artística rinde homenaje al hidalgo “Quijote de la Mancha”.
Balnearios naturales
Como la Cascada La Lajita y el Pozo del Ahogado, espectaculares especialmente en época de lluvias.
Para quienes ya conozcamos algunos de los Pueblos Patrimonio de Colombia, tras recorrer a Zapatoca nos preguntamos cómo aún no haya sido incluida dentro de dicha Red, pero con el esmero que sus habitantes dedican embelleciendo su encantadora población muy pronto así será.
Y es que tal vez no nació para ello. Con más vocación comercial, no mantuvo desde sus orígenes una fisonomía o uniformidad arquitectónica como las coloniales Barichara, Cabrera o Girón . . . De tal forma habría que perdonar a quienes levantaron las lajas de piedra que hasta hace no muchos años cubrían sus calles . . .
Pues bien, con gran esmero y sentido de pertenencia los zapatocas se han dado a la tarea de darle una identidad eligiendo para ello elementos distintivos de ornato. Sus tradicionales casonas, de techumbres en teja española y amplios aleros que brindan sombra al caminante, han sido engalanadas con macetas de vistosas flores, las tapas de los contadores de energía pintadas cada una con diferentes motivos y en variados estilos . . . toda una galería al aire libre.
Mucho ayudan los esfuerzos de la Cámara de Comercio y algunos dirigentes que han incentivado esta transformación premiando las mejores fachadas . . . Y esta sana competencia se empieza a trasladar a los faroles, invitando así a que cada calle, cada casona, sea un reto a la imaginación.
Porque a Zapatoca no hay que imaginarla, hay que visitarla para luego llevarla en el corazón.