Un hilo de plata en noche de luna llena…
…No es romántica poesía, pues eso significa el nombre de Chicamocha en el dialecto guane de los primitivos habitantes de Santander.
Para nadie es secreto que cualquier referencia de Santander sin mencionar el Cañón del Chicamocha es una verdad a medias, ya que este es uno de los mayores atractivos con que cuenta la Tierra de Aventura. Porque a pesar de que a lo largo de los siglos los ríos han horadado soberbios cañones en el territorio nacional, como el del Guáitara y del Combeima, el más publicitado y recordado de todos es el del río Chicamocha. Y tal vez la postal más reconocida que tengamos en toda Colombia del Cañón sea la clásica vista de las inmensas rasgaduras en las montañas que acompañan la zigzagueante carretera viniendo desde San Gil hacia Bucaramanga mientras descendemos hacia el puente Pescadero.
La carretera serpentea en fuerte descenso, sobre las crestas de una enorme desgarradura abierta en la cordillera oriental que le da forma a la máxima belleza natural de la región: el Cañón del Chicamocha, orgullo de Santander para el mundo. Con una extensión de 227 kilómetros y casi dos mil metros de profundidad, es considerado como el segundo accidente geográfico más grande del mundo en su tipo, después del Gran Cañón del Colorado.
Es el dominio de una vegetación semi-desértica, con abundantes cactus y arbustos de los cuales se alimentan numerosos rebaños de cabros, asiduos habitantes del Cañón. El calor puede ser agobiante pero encontraremos refresco en los numerosos paradores y estaderos a lo largo de una carretera que a pesar de las incontables curvas que presenta se encuentra en excelentes condiciones. Eso sí, revise muy bien sus frenos.
Abajo, en las entrañas del Cañón, a casi 1.000 m. de profundidad se aprecian los inmensos playones de arena que deja el río Chicamocha. Pero el Cañón es mucho más que eso, pues tal estampa es la más vista, pero no la más espectacular, pues no muchos conocen los profundos y espectaculares desfiladeros verticales donde el río se estrecha previo a su unión con el Suárez.
Habiendo nacido a partir de la unión de varios afluentes menores en el departamento de Boyacá, a los pies de otra maravilla de Colombia, la Sierra Nevada del Cocuy, en cercanías a Sotaquirá el río ya recibe el nombre de Chicamocha, para luego ingresar a territorio santandereano y recorrerlo casi en su totalidad. Primero Capitanejo, luego Cepitá, el corregimiento de Pescadero -aquel puente que atravesamos en nuestro recorrido por la carretera central-, para tomar una curva de casi 180º y dirigirse hacia Jordán y Los Santos, hacia su encuentro en Juntas con el río Suárez, dando origen al Sogamoso. Allí labrará otro cañón al paso de las aguas del Sogamoso, al igual que lo ha hecho el Suárez antes de encontrarse con el Chicamocha.
Así, en muy breves líneas, es el recorrido a lo largo del cual ha labrado el inmenso e impresionante surco que a su paso, a lo largo de millones de años de paciente labor, ha definido las formas de buena parte de la ruda geografía de Santander. Como las formas de la Mesa de los Santos, la extensa planicie recortada por verticales farallones, y uno de los nudos sísmicos más activos del mundo. Más exactamente el segundo, después del de Afganistán.
Y de tal antigüedad es el Cañón que en él se puede evidenciar la evolución histórica de la tierra desde el periodo precámbrico, como se evidencia en los incontables fósiles de ammonites y otras formas prehistóricas que se encuentran en parajes de poblaciones como Villanueva, Barichara, Guane, etc.
El Cañón es Santander
Determinando en buena medida la ruda geografía de Santander, el Cañón hace parte de la aventura por conocer esta bravía tierra, y podemos conocerlo y disfrutarlo en numerosos puntos de su recorrido. Ya sea sobrevolándolo en parapente, 10 minutos antes del Parque del Chicamocha en la vereda Palo Blanco donde se ha habilitado un voladero de esta modalidad, que en el Cañón adquiere un atractivo especial por los fuertes vientos y la incomparable vista panorámica.
O navegando el río en balsas de rafting, caminando por sus senderos en piedra como el de Los Santos-Jordán, y de allí hacia Villanueva, Barichara y Jordán; departiendo en el Parque Nacional del Chicamocha y su acuaparque, para pasar luego por el teleférico de 6.3 Km. hacia la Mesa de los Santos.
Y no solo son sus montañas y profundos desfiladeros. Son 26 municipios de su extensa zona de influencia como Aratoca, Cepitá, Curití, Barichara, Villanueva, Jordán y Los Santos, entre otros, además de pequeños caseríos que se fueron asentando en la medida que las entrañas del Cañón fueron recorridas por viajeros y comerciantes movilizando sus productos en las sendas de arrieros que en siglos pasados fueron las únicas vías de comunicación, superando la barrera que les imponía el Chicamocha y sus afluentes.
Por ello y de tantas otras formas, en gran medida el Cañón es Santander.
Cañón del Chicamocha vs. Gran Cañón del Colorado
Cuando vemos la majestuosidad del Cañón del Chicamocha, no dejan de venirnos a la mente las comparaciones contra el imponente Gran Cañón del Colorado, referente obligado a nivel mundial. Y aunque son innegables algunas similitudes o parecidos, como las cifras de ambos en cuanto a extensión, profundidad, etc., cada uno guarda sus propias virtudes y características geológicas, definiendo su “personalidad” propia.
Y en realidad, cada cosa en su sitio. El Gran Cañón del Colorado es magnífico, inmenso, y con impactantes vistas en su extensa longitud de 446 km. Pero más allá de números, nuestro Cañón del Chicamocha es verde, lleno de vida, de entornos mágicos y únicos. De muchas maneras. Tan único como sus ceibas barrigonas, la especie endémica amenazada paradójicamente por otro símbolo del Cañón: las cabras, asiduos habitantes silvestres de estas breñas y que devoran los tiernos brotes y semillas de las ceibas impidiendo su reproducción. Nuestras “barrigonas” son visibles especialmente en otra rasgadura de estas montañas, el Cañón del Guaca, un pequeño afluente que viene desde García Rovira, desde las alturas al otro lado del Cañón, cerca al páramo de Almorzadero.
Es único como sus caminos reales, las sendas empedradas que aún transcurren por sus cimas y profundidades, y fueron recorridas por comerciantes e inmigrantes como el alemán Lengerke, que tejió su leyenda en estas tierras orientales para asentarse y cerrar sus ojos bajo el cielo de la cercana Zapatoca. Una de estas sendas, intervenida por el inglés David McCormick, llega hasta Jordán, un pueblito solitario, casi fantasma como congelado en el tiempo, que hacía parte del Camino Real del centro-oriente que provenía de Barichara. Allí un bello puente colgante de la misma época aún permite el paso sobre el Chicamocha para continuar hasta Los Santos.
El Gran Cañón del Colorado ya fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979 por la UNESCO. Por su parte, el Cañón del Chicamocha fue preseleccionado en 2009 como uno de los candidatos para ostentar el título de “Las Nuevas 7 Maravillas Naturales”, quedando finalmente ubicado dentro del Top 77 de las Maravillas Naturales del Mundo.
Y aparte de simples comparaciones numéricas, lo que sí podemos afirmar es que, así como Estados Unidos se precia de su Grand Canyon, lo protege y divulga, los colombianos debemos sentirnos orgullosos y apropiarnos de la gran belleza de nuestro Cañón del Chicamocha.